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Vincent Van Duysen, la atemporalidad actual

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El arquitecto que evita las tendencias gracias al uso de las formas puras y de los materiales naturales.

Vincent Van Duysen comenzó su carrera trabajando junto a postmodernistas de renombre como Ettore Sottsass y Aldo Cibic, quienes acogieron la fugacidad, la complejidad y el humor en muchos de sus diseños tan icónicos. Se trata de los fundadores del Grupo Memphis de Milán, creadores del estilo de los años ochenta, cuyas composiciones destacaban por el uso de materiales desechables, las superficies lisas y los colores brillantes. Así, nos podemos imaginar al joven arquitecto en su oficina milanesa, cómo escogía entre una variedad de láminas sintéticas cuando, de repente, un día se dio cuenta de que a pesar de los originales estampados y de los diseños tan fantásticos, todo se reducía a simples objetos de plástico que habrían pasado de moda velozmente.

Una tarde con VVD en su casa de Amberes, en Bélgica.

Las gafas Finley Vintage en color Honey VSB se complementan perfectamente con la paleta de colores de su casa.

Cuando Vincent fundó su propio estudio en 1990, decidió emprender otro camino. Sus edificios, sus interiores y sus muebles persiguen la atemporalidad. Aunque varíen en forma, todas sus estructuras están listas para resistir la veleidad del gusto y los estragos del tiempo, característica que puede que las haga auténticas en el presente, pero cuando la meritocracia de los ganadores exige un lujo sutil casi invisible, o que va más allá, entonces, el resultado se deja en manos del futuro. No obstante, la intención de Vincent siempre ha sido clara; piensa que si nos rodeamos únicamente de lo que necesitamos, aquello que consideramos razonable y verdadero, alcanzaremos un estado de gracia, una especie de quietud meditativa similar a una experiencia religiosa. O por lo menos, un poco de calma tras un día frenético...
Vincent consigue su propósito al combinar la abstracción modernista con la materialidad del postmodernismo, de modo que su propia casa está inspirada, simultáneamente, en la obra de Le Corbusier y la técnica africana del barro cocido. Mientras que los modernistas decoraban cualquier espacio vacío , Vincent va más allá y decide esconder las rejillas de ventilación, los desagües, los elementos metálicos y los pasajes entre habitaciones, cualquier cosa que pueda distraer la vista de la harmonía entre luces y sombras en contraste con las formas puras. No por ello sus acabados dan como resultado espacios puramente minimalistas, pues construye jugando con el tacto de los materiales como el yeso, el ladrillo, la madera y la piedra, los cuales ya conllevan sus propias paletas de colores y texturas. El resultado es un ambiente sereno, cálido y contemplativo, ni mínimamente inhóspito o duro.

VVD usa Lachman mientras mira sus libros.

La reputación de Vincent se plasma en una serie de residencias de lujo donde experimenta con los revestimientos. Así, encontramos su residencia DLC revestida en piedra blanca, la HBH en tejas de arcilla que recrea las tejas puestas a mano o su residencia DC II completamente revestida en tarimas de madera; todas ellas con los desagües, el caballete y la chimenea escondidas hábilmente por sus manos. Una fila interminable de listones de madera recubren el exterior de su obra más original: la residencia TR. La luz se refleja en las tablas negras y desaparece entre las fisuras. Este juego de luces y sombras la transforma en algo celestial cuando los listones se alzan hacia el cielo para transformarse en los aleros del tejado. Se trata de un efecto aun más mágico gracias a sus principales ocupantes los caballos, cuyos establos se unen al resto de la residencia uniformemente. Puede que sea el rancho más espectacular desde el de San Cristóbal de Luis Barrangán. Vincent ha diseñado unas cuantas casas belgas en ladrillo y de construcción cuadrada, pero por la que más ha destacado es con la que decidió dejar de lado el tejado plano para construir, en su lugar, un tejado monumental de paja, el cual se posa encima de paredes blanqueadas y separadas por vanos en vidrio. Para el interior de la VO, ha elegido superficies deslumbrantes como las baldosas de piedra volcánica que rodean la zona del horno, el empapelado de piel vegetal para la oficina y el mosaico en verde para el spa. Como diseñador de interiores, Vincent evalúa la superficie de una pared en función de lo que se va a colgar sobre ella, la forma del espacio que la circunda y el modo en el que la luz se posa en los muebles.

VVD lleva las Lachman en negro.

Las Lachman reposan sobre algunas de las revistas favoritas de VVD.

Aun así, Vincent todavía debe conseguir su mayor objetivo: diseñar una iglesia, aunque recientemente ha transformado un convento agustino del siglo XIX en un hotel, el August en Amberes. Es evidente su respeto por las estructuras monásticas. A diferencia de sus intrépidos colegas, el toque de luz de Vincent nunca hace sombra a la originalidad del edificio. Los detalles neoclásicos son protagonistas y las intervenciones en negro total funcionan como fondo para que la luz resalte mejor. Conforme su carrera avanza, Vincent continúa mezclando los interiores wabi-sabi de Axel Vervoordt con las formas inmaculadas de John Pawson. Quizás muy pronto, alguien le permita diseñar una iglesia moderna, pues pocos arquitectos tienen el talento de usar los materiales celestialmente. Hace tres años, Vincent fue elegido director de arte del histórico grupo italiano Molteni&C, el cual ha producido muebles diseñados por Gio Ponti, Afra y Tobia Scarpa, Aldo Rossi y Jean Nouvel, entre otros; esto lo ha posicionado como heredero de un linaje que ha abogado por el diseño progresivo desde 1934. Sin embargo, mientras cada uno de estos diseñadores se consideraban vanguardistas con iniciativas como la modernización de la tapicería de Ponti, la reinvención de la silla de cuero de Scarpas, la renovación de Wiener Werkstätte de Rossi o los muebles de Nouvel asistidos por ordenador y que tanto impactaron, Vincent se ve así mismo con un rol más holístico. Ante todo, busca reunificar todos estos estilos en uno más humano y racional, como una síntesis de todo lo asimilado. Muchos diseñadores y arquitectos previos a él, como Le Corbusier, Philip Johnson o I.M. Pei eran conocidos por llevar gafas de circunferencia perfecta y en negro, un estilo de gafas de vista que se convirtió en una marca registrada. Al ver a Vincent posando con unas Oliver Peoples reafirma la clara metáfora entre nuestras gafas y su proyecto.

VVD con su perro Gaston en su ático, el cual considera su santuario personal.

La nueva atemporalidad que Vincent persigue no es abstracta, como las gafas de Corb, es más bien una síntesis de la herencia del pasado reinventada en clave moderna y atemporal, al igual que las gafas de Oliver Peoples. No nos exige que nos adaptemos a ellas, sino que ellas se adaptan a nosotros.
La arquitectura de Vincent se adapta perfectamente a las personas de nuestro tiempo. Personas que quieren desvincularse de las tendencias, realizarse fuera de la moda y vivir una vida con sentido propio. Vincent consigue crear satisfactoriamente una atemporalidad que se adapta perfectamente a nuestra actualidad.

Texto: Jared Frank

Retratos: Thibault De Schepper

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