34 kilómetros de costa salpicada por amplias playas de arena, montañas que superan los 800 metros, cañones profundos, cascadas impresionantes, ranchos en expansión y complejos recónditos. Esto es Malibú.
Malibú, que generalmente se asocia con el surf y los famosos, es por un lado una pequeña ciudad rústica y, por otro, un glamuroso destino. La equilibrada combinación entre determinación y glamur ha sido durante mucho tiempo parte del encanto que ha atraído a las personas acomodadas y famosas que buscaban privacidad en Malibú, antes de su incorporación oficial como ciudad en 1991. Con 29 playas entre las que elegir y muchas de ellas con acceso a olas de diferente tamaño y calidad, no es difícil entender por qué la ciudad también se ha convertido en sinónimo de surf. Pero, a pesar de todas sus conexiones con la efímera cultura pop, se ha mantenido la relevancia constante de Malibú gracias a su autenticidad.
Ubicada en un área de excepcional belleza natural, lo que hoy es la ciudad de Malibú fue habitada originalmente por indígenas de la tribu Chumash desde aproximadamente el 2500 a. C. «Malibú» viene del nombre de su asentamiento «Humaliwo», que se traduce como «el oleaje suena fuerte», yla misma tierra que eligieron como centro de su asentamiento ahora es el hogar del centro de facto de la ciudad de Malibú. Mucho antes de que la gente disfrutara de viajar a Malibú para ir de compras y pasarlo bien, fue colonizado por los españoles durante la época de las misiones del siglo XVIII y principios del XIX, con la creación del «Rancho Topanga Malibu Sequit» por concesión de tierras en 1804.
El Rancho cambió de manos dos veces después de su concesión original y terminó en manos de uno de los hombres más ricos de Estados Unidos, Frederick Hastings Rindge. A Rindge y a su esposa, Rhoda May Knight Rindge, se les considera los fundadores del Malibú actual, hasta en alguna que otra ocasión se les conoce como «el rey y la reina de Malibú». Su expansión del rancho de 7000 hectáreas y los acuerdos comerciales posteriores sentaron las bases para que la ciudad creciera. Tras el fallecimiento de Frederick, May Rindge continuó con su obra que culminó con la creación de la primera comunidad exclusiva de Malibú.
Inaugurada en 2007, la boutique de Oliver Peoples en Malibú se encuentra en el corazón del Malibu Country Mart.
Después de obligar al ferrocarril Southern Pacifc a cambiar de ruta para costear a Malibú, aunque pagado un caro precio a nivel personal, May Rindge no tuvo más opciones financieras que alquilar valiosos terrenos junto a la playa en la zona de Malibu Lagoon. Finalmente, empezó a vender chalets a estrellas de Hollywood famosas, estableciendo así la Malibu Movie Colony (actualmente, Malibu Colony) como un enclave para ricos y famosos. En las décadas que siguieron, más celebridades vinieron a la playa y, cuando la escena del surf explotó a finales de la década de 1950, también llegó a Malibú la contracultura. Poco a poco, los músicos, artistas y arquitectos encontraron un punto de apoyo en la tranquila ciudad costera junto a las estrellas de Hollywood, que eran cada vez más frecuentes entre los residentes. La mezcla entre aquellos que ya eran mundialmente famosos, futuras estrellas y soñadores esperanzados creó un terreno fértil para la creatividad. Además de las numerosas películas, álbumes y novelas que fueron concebidas y escritas en Malibú, hay decenas y decenas de hogares que encarnan el espíritu creativo de este lugar. Un ejemplo sorprendente es «The Wave House», que ha atraído a muchos productores de cine y televisión a lo largo de los años, pero cuyos interiores no se habían fotografiado desde los años 1960, antes de que Oliver Peoples la usara como telón de fondo para su campaña Verano 2016 «Un día de California».
Natalie Wood y Steve Rowland en el Thalians Beach Ball de Malibú, 1956. Foto de Early Leaf/Michael Ochs Archives/Getty Images.
La casa, diseñada por Harry Gesner mientras estaba sentado en una tabla de surf frente a la costa y construida a finales de los años 50, está destinada a evocar la apariencia de la cresta de una ola y presenta un techo cobrizo curvo con tejas que imitan las escamas de un pez. Si esta estructura te parece familiar, es posible que sea porque el arquitecto danés Jorn Utzon la utilizó como inspiración para el diseño de la Ópera de Sídney, posiblemente uno de los edificios más famosos del mundo. Si bien el llamativo diseño de Gesner encarna el espíritu librepensador de Malibú, no es el estilo arquitectónico característico de la ciudad, si es que hay uno. La arquitectura de Malibú es tan variada como la gente que la habita, con estilos que van desde el minimalismo hasta la extravagancia más absoluta. Echemos un vistazo, por ejemplo, al modernismo sencillo de la «Steinman House». Fue diseñada por Craig Ellwood y Jerrold Lomax en 1956 y es lo contrario a «The Wave House», en el sentido de que se concibió con el mismo presupuesto y se construyó en un estilo parecido al de las famosas casas «Case Study» de Ellwood.
Airdale, una montura de aviador moderna, combina detalles refinados con lentes degradadas y lisas.
Marlyse aporta el estilo de ojos de gato a una elegante montura metálica.
Aunque a primera vista puede parecer poco más que una casa en forma de caja, la atención de Ellwood por los detalles y su capacidad de infundir un sentido de lugar al estilo austero creado en la escuela Bauhaus a principios del siglo XX, le dan a la Steinman House un aire exclusivo. Esta propiedad, cuidadosamente renovada en 2011, recientemente pareció el lugar más apropiado para realizar la sesión de la campaña de Primavera 2021 de Oliver Peoples. Los propietarios actuales se esforzaron mucho para equipar el interior con piezas de muebles extraordinarias y obras de arte de época, muchas de las cuales han servido de inspiración para Oliver Peoples a lo largo de los años.
Otra importante fuente de inspiración situada justo al sur de la costa de Malibú es «The Getty Villa», una maravilla arquitectónica y un pilar cultural fundamental. El museo homónimo de J. Paul Getty, inaugurado en 1954 para exponer su creciente colección de antigüedades griegas y romanas, pasó a llamarse «The Getty Villa», tras la apertura del más grande «Getty Center» en 1997. Inspirándose en una casa de campo romana del siglo I, la Villa dei Papiri en Herculano, el museo abrió sus puertas en 1974 y rápidamente se convirtió en uno de los edificios más emblemáticos del condado de Los Ángeles.
Craig Ellwood, Steinman House, 1956, Malibu, CA. Foto de Richard Powers.
Paseando por sus cuatro jardines impecables, con plantas mediterráneas que fueron cultivadas por los romanos, es fácil perderse en el momento y dejarse llevar lejos de la megalópolis de Los Ángeles. Si bien el museo cuenta con 44 000 objetos griegos, romanos y etruscos en su colección, la villa en sí, junto con el terreno en el que se asienta, probablemente son el mayor atractivo para los visitantes.
Tal y como lo demuestran estos edificios, en Malibú hay algo para todos los gustos acompañado por con el sonido de fondo de las olas embravecidas. Por esta misma razón, no es de extrañar que en la segunda mitad del siglo XX Malibú fuera famosa por sus residentes acaudalados y sus propiedades palaciegas, tanto en primera línea de mar como en las montañas del este.
La lista de artistas, magnates de los medios de comunicación y personas influyentes que actualmente o en algún momento vivieron en Malibú es larga, variada y repleta de estrellas. Una breve visita a Malibú es suficiente para entender por qué algunas de las personas más conocidas del planeta se sienten atraídas por esta ciudad, pero será muy difícil que pases por allí, sin pararte. Puede que solo haya 45 kilómetros entre Hollywood y Malibú, pero este último parece otro mundo y es fácil pasar un día detrás de otro explorando todo lo que la ciudad ofrece. Con frecuencia el nombre aparece en canciones famosas, asociado con «la buena vida» e invocado para vender de todo, desde tablas de surf hasta miel ecológica. Malibú está lleno de lugares preciosos que se ocultan en cada esquina. A pesar de los 32 kilómetros cuadrados que ocupa la ciudad, su topografía, flora y fauna son bastante variadas, lo que acrecenta su atractivo. Además de atraer a los amantes de la naturaleza en busca de bonitas excursiones, ciclismo de montaña y escalada en roca, las diversas formas en que Malibú puede percibirse a través de la lente de una cámara ha atraído a Hollywood a sus montañas y playas para producciones cinematográficas desde sus comienzos. El paisaje no solo es deslumbrante a nivel visual, sino también espiritualmente inspirador.
The Getty Villa, 2006. Foto de Joe Sohm a través de Getty Images.
Por eso, la riqueza de la imagen de la vida en Malibú que Joan Didion describe en su libro de ensayos recopilados, The White Album, se comprende fácilmente. Didion escribió la mayoría de estos ensayos entre 1971 y 1978 mientras vivía a «132 pasos del Océano Pacífico». El último ensayo «Días tranquilos en Malibú», compuesto por dos piezas publicadas en Esquire en 1976, ofrece una mirada muy intimista de Malibú a través de los ojos de los lugareños. «Todos conocíamos los coches de los demás… Nos dejábamos paquetes y mensajes en la estación del Golfo… Nos llamábamos en épocas de viento, incendios y lluvia…», escribe Didion, «en realidad, era una forma de vida que no me esperaba encontrar en Malibú». Su Malibú era una comunidad muy unida donde los famosos y la gente de a pie coexistían sin darle mucha importancia, apoyándose los unos en los otros en momentos de necesidad y dejando que cada quien viviera como quisiera el resto del tiempo. No es exagerado imaginar que las muchas celebridades que han hecho de Malibú su hogar desde finales de los 70 se sientan identificados con las palabras de Didion.
We all knew one another’s cars… We left packages and messages for one another at the Gulf station...We called one another in times of wind and fire and rain...In fact this was a way of life I had not expected to find in Malibu.
– Joan Didion,
The White Album
Si visitas Malibú hoy en día, verás que las cosas no han cambiado mucho desde la época de Didion. Ha habido un desarrollo mínimo a lo largo de la costa en comparación con lo que uno podría imaginar a lo largo de una franja de tierra tan impresionante. Contrariamente al párrafo inicial del ensayo de Didion, ahora Malibú es el hogar de muchos restaurantes que son más que aceptables, hay hoteles boutique de lujo (sin mencionar las numerosas ofertas de Airbnb) donde los viajeros pueden descansar y donde personas de todo el mundo vienen a pasar sus vacaciones. Y, aún así, sigue existiendo esa sensación de pueblecito discreto cuando lo visitas, un lugar de privacidad e intriga. Los terribles atascos de tráfico en las horas punta de la autopista PCH siempre dan paso a una carretera abierta que exhorta
Marilyn Monroe, Malibu Beach, 1962. Foto de George Barris
Ysela se mezcla con el follaje tropical de la Steinman House de Malibú.
a seguir conduciendo hasta llegar a los límites de la ciudad, justo al norte de donde Mulholland Drive se encuentra con el Pacífico en la playa estatal Leo Carrillo. Desde allí, los numerosos cañones que se entrelazan a través de las montañas de Santa Mónica invitan a explorarlos, así que no queda otro remedio que dar la vuelta e ir hacia el sur, parando de vez en cuando para disfrutar de las vistas panorámicas que se extienden desde Palos Verdes hasta las Islas del Canal.
Aunque muchas veces pensamos lo contrario, estamos a merced del mundo natural y nuestros planes mejor trazados pueden quedar interrumpidos por aquello que no podemos controlar. En el mejor de los casos, podemos esperar influir en la naturaleza a nuestro favor, pero cuando ves el sol salir detrás del centro de Los Ángeles al este o el sol poniéndose en el Pacífico al oeste, te das cuenta de lo mágico que un momento «normal» puede llegar a ser en Malibú.
El director Sydney Pollack, Barbra Streisand y Robert Redford en «Tal como éramos», 1973. Foto de Steve Schapiro/Corbis a través de Getty Images.
TEXTO: Andrew Maness
First picture is from our 2016 campaign photographed by Lisa Eisner.