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Desde la antigüedad hasta Hollywood, la influencia inspiradora del oro

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Para celebrar el lanzamiento de las Coleridge de oro macizo, Oliver Peoples analiza la fascinación de la cultura por este metal precioso.

Un destello, un brillo, ese inconfundible resplandor del oro a la luz del sol. Es algo que ha obsesionado a las civilizaciones desde los albores de la antigüedad. El oro ha quedado plasmado en monedas y otras formas de divisa y ha sido transformado en joyas y adornos. Este metal precioso ha embellecido monumentos y ha constituido la columna vertebral de las economías nacionales y el comercio internacional.

Este metal es tan apreciado que los científicos han dedicado toda su vida a encontrar formas de convertir otros metales en oro y los aventureros han recorrido el mundo en su busca. Su misterio es tan profundo y su reputación está tan arraigada en nuestro imaginario colectivo que nos damos cuenta de lo valioso que es cada vez que lo vemos en la moda, la cultura pop, el arte, la arquitectura e incluso en Hollywood. Ahora que Oliver Peoples lanza sus célebres gafas de vista Coleridge en oro amarillo y blanco macizo de 18 quilates, la montura saca partido del papel inspirador que desempeña este noble metal.

Portrait of Adele Bloch-Bauer, 1907, Gustav Klimt. Photo by Leemage/Corbis via Getty Images

Retrato de Adele Bloch-Bauer, 1907, Gustav Klimt. Foto de Leemage/Corbis vía Getty Images

Tea bowl, White Satsuma ware, Japan, Edo period, 17th century. Photo by Freer and Sackler, Smithsonian.

Tazón de té, loza Satsuma blanca, Japón, período Edo, siglo XVII. Foto de Freer y Sackler, Smithsonian.

 

 

Gracias a la su maleabilidad, el oro fue protagonista en la joyería fina durante los siglos y con este material incorruptible se plasmaron diseños fantásticos. Su escasez reforzó su valor. El oro también se ha introducido en el arte y la decoración de las culturas, tanto orientales como occidentales. En el antiguo arte japonés del kintsugi, los artesanos transformaban el oro en polvo en una laca para reparar la cerámica rota. En lugar de ocultar una rotura, el artesano escribía la historia de la pieza, daños incluidos, en ella para siempre. Esta técnica de la ebanistería del oro, que sigue vigente hoy en día, ha inspirado también muchas otras formas de arte. El oro y los efectos fractales de la lámina de pan de oro forman parte integrante de las impresionantes obras de la fase dorada del artista austriaco Gustav Klimt, así como de las deslumbrantes piezas de Yves Klein, Robert Rauschenberg, Donald Judd e incluso Maurizio Cattelan. Estos artistas invocan el significado del oro por su relación con la reverencia, incluso cuando su intención es subversiva. Estos ejemplos de arte moderno y contemporáneo están muy alejados de los milenios de iconografía religiosa que invocaban al oro para impresionar a la gente.

Hall of Mirrors, Palace of Versailles (UNESCO World Heritage List, 1979). France, 17th century. Photo by DeAgostini/Getty Images

Salón de los Espejos, Palacio de Versalles (Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO, 1979). Francia, siglo XVII. Foto de DeAgostini/Getty Images

El oro amplifica el poder de la arquitectura. Prueba de ello son los toques de oro en los tejados de los edificios de la época de la China imperial y los opulentos salones de Versalles, que personifican la fascinación de la sociedad por el oro. El francés Luis XIV, conocido como «El Rey Sol» por su inclinación hacia todo lo que brillaba, utilizaba el oro por todas partes. Esto se aprecia desde el resplandeciente Salón de los Espejos, con marcos de casi 4 metros de altura, cada uno de los cuales estaba bañado en oro con 1000 láminas de pan de oro de unos 20 centímetros cuadrados, hasta los gloriosos aposentos dorados de la reina. Cuando se restauraron las puertas de Versalles en 2008, se necesitaron 100.000 láminas de pan de oro. Atravesar estas puertas hoy en día sigue transmitiendo la misma magnitud que cuando Versalles las abrió por primera vez.

Las gafas de vista Coleridge están fabricadas a mano en oro amarillo macizo de 18 quilates. Esta montura presenta un motivo de filigrana personalizado en la varilla y una insignia personalizada en relieve en la punta de la misma.

California tiene su cuota de variada arquitectura dorada. Dos ejemplos subrayan la forma en que el oro canaliza la visión del arquitecto. El arquitecto estadounidense Robert Stone invita a los colores del desierto de Joshua Tree a su visión de espejismo, Ácido Dorado. Utilizando tres variaciones de oro metálico «teñido de ácido», el oasis geométrico de Stone abraza su entorno incluso desafiándolo. En cambio, el brillo dorado de la Hollyhock House, diseñada por Frank Lloyd Wright en Los Ángeles, es una representación más suave y emotiva. El oro, como color, infunde la propia luz.

Elizabeth Taylor as Cleopatra in the 1963 epic drama film directed by Joseph L. Mankiewicz. (Photo by: Universal History Archive via Getty Images)

Elizabeth Taylor como Cleopatra en la película de drama épico de 1963 dirigida por Joseph L. Mankiewicz. (Foto de: Archivo Histórico Universal vía Getty Images)

Goldfinger (1964) Life Magazine Cover.

Goldfinger (1964) Portada de la revista Life.

Un hilo de oro recorre también Hollywood. Esto incluye a iconos como Marilyn Monroe, que lució un inolvidable vestido dorado en Los caballeros las prefieren rubias, o los continuos cambios de vestuario dorado de Elizabeth Taylor en Cleopatra, que iban desde una capa de oro de 24 quilates hasta lujosos tocados de oro. Cuando se estrenó en 1963, Cleopatra batió récords en cuanto a cambios de vestuario y su correspondiente presupuesto, pero los trajes dorados son mucho más significativos, ya que sirven para identificar el poderoso papel de Cleopatra como reina, y también se utilizan como armadura contra el desarrollo del romance. El poder universal del oro también se refleja en otras escenas iconográficas del poder de la mujer, que se extienden hasta los confines de la ciencia ficción con el bikini dorado de la princesa Leia en El retorno del Jedi, hasta la seducción del ajustado vestido dorado transparente de Sharon Stone en Casino. Como contrapunto, el oro desempeña un papel mortífero y villano en Goldfinger, de James Bond.

Emma Stone wins the Oscar for Best Actress for La La Land during the 89th Academy Awards, 2017. Photo by Bill Nation/Sygma via Getty Images.

Emma Stone gana el Oscar a la mejor actriz por La La Land durante la 89ª edición de los premios de la Academia, 2017. Foto de Bill Nation/Sygma vía Getty Images.

London 1908 Olympic Games gold prize winner's medal. Photo by Popperfoto via Getty Images

Medalla de oro de los Juegos Olímpicos de Londres de 1908. Foto de Popperfoto vía Getty Images

De este variado catálogo de asociaciones doradas surge el más alto galardón de Hollywood, un premio de la Academia, que en sí mismo implica un lustre de oro. La estatuilla del Oscar representa el mayor nivel de logros en todos los ámbitos del cine. Pero como premio cumbre, no es el único. Desde los Globos de Oro hasta los premios Emmy, entre otros, los principales premios de la industria recurren a este material para designar sus máximos galardones. Pero quizá no haya mayor símbolo de excelencia en una competición que la medalla de oro olímpica. Es un honor que entienden los ciudadanos de todos los países del mundo y, aunque la medalla en sí tan solo contiene seis gramos de este metal precioso, significa algo más que el material en sí. Ganar el oro significa dedicación, trabajo duro y triunfo. Representa la victoria al más alto nivel, como recompensa a un compromiso infatigable.

Las gafas de vista Coleridge están fabricadas a mano en oro amarillo macizo de 18 quilates. Un diseño exquisito y exclusivo, Coleridge en oro blanco macizo de 14 quilates.

Para las gafas de vista Coleridge Solid Gold, Oliver Peoples lanzará dos versiones en cantidades limitadas, una en oro amarillo de 18k y otra en oro blanco de 14k. Estas monturas artesanales presentan un motivo de filigrana personalizado en la varilla y una insignia personalizada en relieve en la punta de la misma. La historia inspiradora del oro pasa por sus elegantes geometrías. A pesar de todo lo que sabemos sobre el oro y su papel en el arte a lo largo de los tiempos, también hay algo indefinible que no podemos atribuir a la historia o al número químico, como el peso que ofrece en nuestras manos o las sensaciones de calidez y majestuosidad que aporta a quien lo lleva. Quizás en ese misterio reside el verdadero valor del oro y lo eleva.

Texto: David Graver

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